Dentro de caletas
bien mimetizadas las mercancías de contrabando son movilizadas por las trochas
de la frontera norte, que comunican a Colombia con Venezuela, sin importar si
colocan en riesgo de contaminación los alimentos que también llevan en el
interior del vehículo.
A los
contrabandistas poco les interesa si las personas que compran los productos
comestibles pueden intoxicarse con los residuos de hidrocarburos.
Estos alimentos son
introducidos en compartimientos secretos, que son mandados a hacer muy
especialmente buscando evitar los controles de la Policía y el Ejército.
Por los polvorientos
caminos cada día son movilizadas toneladas de mercancías entre ellas las que
sirven para la canasta familiar de muchos guajiros.
La frontera cuenta
con una alta cantidad de trochas (176), que son difíciles de custodiar, donde cientos
de contrabandistas se mueven a mucha velocidad por estas vías destapadas
eludiendo a las autoridades.