Tengo
dolor y rabia de patria chica, porque soy guajiro y me duele la suerte del
departamento de mis amores, de mi familia, de mis querencias y mis dolencias,
de los más bellos recuerdos y frustraciones como las que hoy vivimos.
Hemos
manejado al departamento como se ha administrado a Riohacha, sin dolientes, sin
pertenencia, sin planeación, de espaldas al mar, como quien maneja una herencia
que no esperaba, pero que hay que gastarla sin remedio, si pensar en el futuro,
ni en ninguno.
Siempre
he escuchado que Riohacha no tiene agua potable, que no hay alcantarillado, que
no hay laguna de oxidación, que el servicio de luz es pésimo, que las basuras y
basureros pululan, que la mayor letrina del pueblo es el mar, hasta donde son
arrastradas sin consideración alguna, todos los desechos y porquerías emanadas
del diario y desorganizado trajinar.
Pero
también he escuchado desde que tengo uso de razón que, desde las arcas
nacionales y departamentales se han destinado tantos millones de pesos para
construir el alcantarillado y acueducto de la ciudad capital, convirtiéndose en
la ciudad del departamento donde más plata se ha girado con el fin de
solucionar este problema y seguimos verdes.
No
hay razón para continuar con lo mismo. Es necesario hacer un alto en el camino
y decir: ¡Basta! No se puede seguir atentando contra el erario público, que no
es que sea de uno(s) sino de todos, y todos debemos velar por él.
No
hay razón para que sea un extraño quien nos administre, un indolente de “guajirinidad”,
sin conocimiento de nuestros usos y costumbres, lo que hoy llaman cultura,
persona que no encuentra (ni le interesa encontrar) un asesor guajiro para que
lo ayude a solucionar la problemática y que tiene que traer un “extra” de
Antioquia, por supuesto, respaldado por el presidente Santos, para que en dos o
tres meses destape ollas administrativas y encuentre desaciertos, que no pudo
encontrar Oneida, porque a ella no la dejaron administrar, (no la defiendo, que
sea ella la que lo haga, si es que estaba muy preparada para gobernar) pero a
cualquiera que hubieran puesto con la responsabilidad asumida hace lo mismo.
El
encargado no es el Mesías, simple y llanamente cumple órdenes precisas de sus
jefes, Santos y Vargas Lleras. Quienes están el uno para el otro, sale Santos,
entra Vargas Lleras, para taparle a Santos todos los errores cometidos. Ojalá
que el presidente de Colombia no sea “Santista”, para que se conozcan las
arbitrariedades y desaciertos cometidos por Juanma.
por: Armando Olmedo Larrazábal
ingeniero agrónomo