Le saluda una
persona humilde, un ciudadano de La Guajira. Alguien con algún reconocimiento
en lo público y lo privado en un departamento al
que usted hoy administra por encargo de la presidencia. Sí señor... Otro
guajiro más del común. Vengo, de una generación tan honesta como se lo ha
permitido la educación perversa pero tan respetuosa como se lo han enseñado La
Guajira y su familia.
Quisiera hacerle algunas precisiones que los periodistas, ignorantes de
nuestro departamento, no han sido capaces de investigar o no se han dado a la
tarea de comprender.
Esta tierra, ha sido invadida, explotada, prejuzgada, insultada y humillada
por una serie de personas que jamás se han dado a la tarea de llegar a entender
lo que significa "ser guajiro" en una forma acertada. Esta imagen fue
construida a partir del olvido miserable de una nación que ha sido indolente
con las desgracias de los nuestros.
Lo que usted llama
"nuestras leyes", son una serie de costumbres ancestrales nacidas del
sentido común y consolidadas a través de muchas generaciones. Esas costumbres,
buenas o no, le han permitido subsistir a nuestra gente tras los constantes
abusos de los que hemos sido víctimas.
Sin embargo, La
Guajira jamás ha vivido como víctima. Por el contrario, en su propio orgullo se
dedicó a construir una ley concertada a través del tiempo; estas leyes son una
mezcla de la ley wayuu, la tradición oral y los rescoldos de una ley nacional
absolutamente prostituida por los representantes de las autoridades del nivel
central. Ellos, durante años, vinieron a imponer lo que se les vino en gana.
La Guajira se ha
ido acomodando como ha podido a los avatares del tiempo. Pudo subsistir debido
a su estrecha relación con el hermano país (Venezuela), de allí se traían la
gran mayoría de productos de consumo porque los productos nacionales, no
llegaban a hacer parte de la canasta familiar en la mayoría del departamento.
Por ello usted puede observar vehículos venezolanos circulando por las vías de
nuestra región y combustible venezolano, como el gran motor que mantiene a La
Guajira activa. Esas cosas tuvieron que volverse ley en una situación que se
repite a lo largo del país. Si usted tiene la amabilidad de recorrer nuestras
fronteras, podrá darse cuenta que hay verdad en mis palabras.
Los pueblos de la
frontera crecen debido a la frontera, más entre ellos se reconocen como
hermanos y manejan las divisas sin los pálidos estándares de cambio que salen
en los noticieros. Esa situación forjó otra ley, la ley de las divisas y el
comercio. Así, y mediante un estudio que he realizado a través del tiempo,
tengo un compendio de una serie de leyes a las cuales usted hace alusión de
manera despectiva y con términos desobligantes.
De tal manera
señor gobernador, que su actitud frente a un pueblo acostumbrado a eso, no es
diferente a lo mismo de siempre. Los hallazgos hechos por su equipo de trabajo
nos tienen asombrados a todos y nos han hecho comprender muchas cosas. Los
niños fallecidos nos duelen enormemente y seguramente en lo que usted está
develando se hallarán las causas de muchos otros males. Entiendo que es parte
de su función y sé que todos esperamos que cumpla con su tarea de la mejor
manera; pero el tema que me acude es otro.. El respeto señor... Otra ley... El
respeto por un pedazo de patria olvidada a la cual se le debe todo. Nosotros,
como pueblo, también hemos sido víctimas de todo esto.
Quiero sugerirle
mesura en su diálogo, sobre todo en estos supuestos tiempos de paz. Tenga en
cuenta que de su actitud en los medios de comunicación, depende la buena
disposición de ellos para comprender mejor nuestra problemática.
Lo invito a tener
en cuenta que nuestra situación es particularmente complicada y que sus
palabras en las últimas entrevistas, son demasiado ofensivas y no ayudan para
nada a construir nuevos caminos.
Le agradezco la
atención prestada y le deseo un buen día,
Rafael Velandia González