Según el Ideam el actual fenómeno de El Niño pasó
de moderado a fuerte y se podría prolongar hasta marzo del próximo año. Cada
día que pasa se parece más al fenómeno de El Niño de 1992 – 1993, tanto por su
severidad como por su duración, el mismo que le significó al país 14 meses de
racionamiento del servicio de energía. agosto ha sido el mes más caluroso en
Colombia desde que se llevan registros y el 2015 va camino a convertirse en el
año con más altas temperaturas.
Ello explica que para dicho mes el consumo
promedio de energía a nivel país subió el 5%, al tiempo que en la región Caribe
se elevó en un 8%, muy por encima de los promedios históricos. Esta vez el
sector eléctrico está mucho mejor preparado para enfrentarlo, gracias a su
nueva arquitectura institucional y regulatoria, lo cual le ha permitido sortear
con éxito tres episodios anteriores de este fenómeno extremo propio del cambio
climático en los últimos 20 años.
Antes de la Ley 143 de 1994 la variable
fundamental del plan de expansión eléctrica era el mínimo costo, la cual llevó
a una hipertrofia de la hidroelectricidad en la base de la capacidad de
generación de energía en Colombia, que llegó a superar el 80%. Una de las
lecciones aprendidas del ‘Apagón’, fue la necesidad de incorporar a la ecuación
la confiabilidad, como variable clave para minimizar el riesgo de su
repetición. Así nació el cargo por capacidad en el mercado mayorista de energía,
que 10 años después, por decisión de la Creg, derivaría en el cargo por
confiabilidad.
A través de este cargo se remunera a los
generadores la inversión en activos de generación tendiente a cumplir su
Obligación de Energía Firme (OEF) y atender de esta manera la demanda de manera
eficiente en condiciones de hidrología crítica, evitando de esta manera un
posible racionamiento. Se trata garantizar por parte del generador tanto la
disponibilidad como la generación de dicha energía, de acuerdo con el despacho ideal.
Por ello, siempre he considerado el cargo por confiabilidad como una póliza de
seguro que permite garantizar la confiabilidad y la firmeza en el
abastecimiento de energía en el largo plazo a precios eficientes. El costo de
este seguro lo paga el usuario a través de la tarifa y se justifica en la
medida que la energía más costosa es aquella de la que no se dispone justo en
el momento que se requiere. Cómo opera el cargo por confiabilidad? Una vez
establecida la demanda a cubrir por parte del Sistema Interconectado Nacional
(SIN) se subastan entre los potenciales generadores las OEF, a quienes salen
favorecidos se les asigna su remuneración por parte de la Creg a cambio de la
energía a entregar cuando su precio en bolsa supera el umbral del precio de
escasez, el cual es fijado por la Creg. A mi paso por el Ministerio me llamó
poderosamente la atención el hecho de que el seguro del cargo por confiabilidad
ya acumulara noventa modificaciones (¡!), lo cual atenta contra la seguridad
jurídica, esencial junto con la claridad de las reglas de juego para atraer los
inversionistas al sector.
LOS GENERADORES TÉRMICOS EN ASCUAS
Precisamente en este momento de tanta desazón e
incertidumbre por cuenta del fenómeno de El Niño, se sacó para comentarios por
parte de la Creg un borrador de resolución a través de la cual se modifica la
forma de asignación de los cargos por confiabilidad. Según el Ministro de Minas
y Energía, Tomás González, de lo que se trata es de “introducir unas subastas
anuales para traer nueva oferta de energía y que el cargo se asigne de manera
tal que privilegie a las tecnologías que más contratos aporten”. Por su parte
el presidente de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (Andeg)
Alejandro Castañeda, aduce que “los ingresos de las plantas que generan con gas
y líquidos dependen en un 90% del cargo por confiabilidad y dada la sobreoferta
actual de energía firme, la nueva modalidad para distribuir el cargo podría
disminuir en 50%, de un año a otro, los ingresos de las empresas. El cambio
afectaría en menor proporción a las plantas hídricas, porque la dependencia de
estas al cargo por confiabilidad es del 30% a 40% de su ingreso”. Se deben
sopesar muy bien las razones, la conveniencia y la oportunidad de este cambio
en la aplicación del cargo por confiabilidad, para evitar estropearlo, pues ha
mostrado su gran utilidad a lo largo de estas dos décadas largas de vigencia
del mismo. Ahora surge una nueva controversia en torno a la operatividad del
cargo por confiabilidad, a consecuencia al desfase del precio de la energía en
Bolsa con respecto al precio de escasez, a consecuencia del fenómeno de El
Niño. En efecto, el precio en Bolsa tocó los $1.952 por KWH, superando con
creces el precio de escasez que está en $302.43 por KWH, que es el que sirve de
base para remunerar a los generadores por su OEF.
Ello se explica en gran medida por el hecho de que
dada la imperiosa necesidad de cuidar el agua embalsada (hoy, según XM, empresa
operadora del Sistema Interconectado Nacional, con un nivel alrededor del 63%),
las generadoras térmicas con tecnología para producir con líquidos están en la
oferta marginal y claramente este recurso es mucho más costoso. Y los
generadores térmicos se han visto forzados a echar mano de combustibles
líquidos, más costosos que el gas debido a la estrechez de la oferta de este.
Ya la Upme, en su documento plan de abastecimiento
de gas natural 20146, advertía que si se mezclaban escenarios de baja oferta de
gas y alto consumo, la seguridad de abastecimiento de gas estaba comprometida
desde este año del 2015. Lo que no había trascendido era el estado de los
contratos que respaldaran la oferta en firme del gas para las térmicas y lo que
dicen los generadores térmicos es “que gas no hay”. Así las cosas, como lo
expresa en sus informes públicos Concentra, firma experta en administración de
la información del gas natural, en Colombia las térmicas tienen contratado sólo
el 34% de su demanda, agravado por la necesidad del despacho térmico, hoy en
casi 50% de la participación de la energía ofertada. Así se entiende el
incremento del precio en Bolsa de la energía, por tener que generar con un
energético mucho más costoso que el gas natural.
Si bien es cierto lo anterior comporta muchos
aspectos de técnica regulatoria, es un hecho que afecta la operación del sistema
e involucra también aspectos atinentes a la política energética, aún más cuando
el Estado tiene intereses en activos de generación. Por ello consideramos que
las autoridades y la Creg deben de actuar con prontitud para poder atender esta
problemática y así administrar los riesgos patrimoniales y de operación.
Hay suficientes motivos para activar las alarmas,
toda vez que el diferencial entre el precio en Bolsa y el precio de escasez es
exagerado, en consecuencia el parque generador que opera con combustibles
líquidos no alcanza a recuperar sus costos variables, lo cual compromete su
estabilidad y su viabilidad financiera. Si bien está demostrado que Colombia
tiene holgura en capacidad instalada de energía firme, la energía de origen
térmico es hoy la que está siendo llamada a méritos del mercado para cuidar el
agua almacenada.
Estamos hablando de 1.200 MW de potencia
instalados, de los cuales no se puede prescindir y menos en esta coyuntura de
sequía prolongada. El país demanda entre 185 y 195 GW/día, de los cuales 81 son
térmicos (con una capacidad máxima de 105 GW) y de estos 29% genera con
combustibles líquidos y 47% a gas. Preocupa particularmente la suerte de las
empresas que operan plantas térmicas de propiedad pública como es
TermoCartagena (EEB – Distrito de Bogotá), TermoCentro (Isagen) y TermoSierra
(EEPPM – Municipio de Medellín), TermoGuajira (Gecelca-Nación) y TermoPaipa I (Gensa–Nación),
estos activos pueden verse comprometidos por la disparidad existente entre el
precio de escasez y sus costos variables, que según argumentan públicamente,
hoy ya no son el 80% del precio de escasez, si bien son decisiones que deben
tomar las empresas, lo que no nos podemos es darnos el “lujo” de perder una
energía que necesitamos para atender la demanda de este servicio tan esencial,
tanto para la competitividad como para un futuro en paz.
No se nos debe olvidar que el detonante de la
crisis del sector eléctrico de 1992–1993 fue la imposibilidad de la entrada en
operación de las térmicas, que servían de respaldo al sistema, cuando se les
requirió. No obstante que en este momento cada usuario del servicio de energía
en Colombia está pagando la suma de $50.65 por KWH a través de sus facturas por
concepto de remuneración de las OEF, para que cuando esta sea menester poder
contar con ella, en las actuales circunstancias resultan insuficientes para
compensar los mayores costos atribuibles a la generación con combustibles
líquidos.
Cabe preguntarse, además, si el precio de escasez
fijado por la Creg responde a estas nuevas realidades, en las que merced a las
restricciones en materia de suministro de gas natural puede haberse quedado
corto. En todo caso estas anomalías nos podrían abocar a que, por fuerza de las
circunstancias, las térmicas dejen de generar con todas sus consecuencias.
Por: Amylkar
Acosta Medina