En las crisis es
que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias, frase
célebre para denotar un presente lúgubre que atraviesa nuestro departamento,
aunque los problemas como la corrupción, la pobreza, la muerte de niños, el
bajo nivel educativo, el desempleo, la desatención estatal, entre otros; no son
nuevos, estos hasta ahora en La Guajira hacen metástasis.
Es en tiempos
difíciles donde aparecen entonces los señalamientos, las sindicaciones, propias
de la necesidad de endilgarle a un sector o persona de la sociedad la
responsabilidad de la situación de inestabilidad en la que nos encontramos,
olvidando que estas circunstancias no aparecen de la noche a la mañana, sino
que son el cúmulo de malas decisiones, acciones u omisiones de líderes en
representación de la sociedad, que en tiempos de relativa tranquilidad, aunque
se percibían, estos no se atendían.
Un aspecto
importante para medir el grado de desarrollo de una región está determinado por
la eficiencia de su aparato productivo y como este se integra con el progreso
local. Para el caso de La Guajira se observa que durante los años 60 y los 70,
nuestro sistema económico estaba sustentado en dos sectores mayoritariamente,
el comercio 47,7% y el agropecuario 29,8%, lo cual generaba una capacidad de
intercambio comercial, no solo con otras regiones de Colombia, sino incluso con
países del caribe, repercutiendo esto en oportunidades reales de ingresos que
en un gran porcentaje quedaba en manos de los guajiros.
Hoy cuando el
departamento presenta una amplia gama de potencialidades como el turismo, la
agricultura, el comercio, la sal, el gas, las energías alternativas, la
cultura, la minería, entre otros, nuestro sistema productivo se sustenta
mayoritariamente en la explotación minera 48,2%, seguido por el sector
gubernamental 20,2%, rezagando a sectores tan importantes como el comercio 7,8%
y el agropecuario 3,5% generadores reales de medios de vida dignos.
Visto lo anterior y
sin dejar de lado la multicausalidad de nuestra situación problemática, no se
puede descartar que los guajiros hemos sido muy malos conductores de nuestra
propia economía, no solo por permitir casi el exterminio de sectores tan
importantes del devenir histórico de los guajiros como son el comercio y la
agricultura, sino que dejamos nuestro escenario económico en manos de un sector
extractivo, que poco o nada incide en la dinamización de la economía local, más
aun si sus compensaciones no son eficientemente invertidas.
Con lo anterior
queda claro que la minero-dependencia no puede ser el camino a seguir, ya que
como se puede observar esta actividad está plagada de intereses regionales, que
se convierten en una amenaza constante que atenta contra la estabilidad
política, económica y social de los guajiros.
Nuestro futuro debe ser observado bajo un horizonte más
amplio, determinado por procesos sustentables bien planificados que trasciendan
los gobiernos, donde nuestra agenda de desarrollo esté soportada en decisiones
políticas y económicas que busquen la diversificación de nuestro aparato
productivo, siendo líderes en el aprovechamiento de nuestras ventajas
comparativas, con la puesta en práctica de acciones innovadoras que agreguen
valor para convertirlas en sectores atractivos a la inversión, sin dejar de
lado que deben primar siempre los intereses de nuestro departamento y su gente,
solo así se podrá garantizar un camino verdadero de progreso y desarrollo para
los guajiros.
escribió:
Jhon Jairo Cataño
especialista gestión
pública