A finales de los 70
a principio de los 80, en el pasado siglo, en Fonseca y sus alrededores todavía
se sembraba algodón, el entusiasmo se había perdido un poco, pero la gente no
tenía que hacer y sabiendo que no eran las mejores condiciones para cultivar
las plantas del material textil, lo hacían porque, tenían la tierra, la
maquinaría, algunos insumos necesarios para la cosecha y las ganas de hacer
algo, porque nuestra cultura es agropecuaria, campesina, no minera como nos lo
han hecho creer.
Bien, sucede que
nuestro amigo Efrén Granadillo, mejor conocido como Michilin, hombre trabajador
del campo, enamorador de las mujeres y un gran tomador de tragos, sembró 30
hectáreas de algodón en su finca, La Rebeca ubicada en el corregimiento del
Hatico, Fonseca. Colindante con él, sembró30 hectáreas de esta plantas,
Clodomiro Sandoval, un suboficial retirado del ejército, muy apreciado y
querido en la región, trabajador pero con mucho menos experiencia que Michilin
en asuntos del campo. La situación económica en general, no era muy buena, pero
Sandoval se veía en mejores condiciones económicas para enfrentar los gastos de
la cosecha de algodón.
El cultivo dura un
semestre, y en condiciones normales se tiene que hacer cuatro, cinco y hasta
seis fumigaciones para plagas, pero últimamente, las fumigaciones se
dispararon, por resistencia de las plagas a los químicos, por bajas
concentraciones del ingrediente químico de los mismos, por malas prácticas de
cosecha, en fin problemas que se presentan.
Resulta que
Michilin tenía, hacía tres días, un record técnico de su agrónomo asistente,
para fumigar las 30 hectáreas con una mezcla de insecticidas recomendados; él
había intentado conseguir los dineros para pagar el vuelo, viáticos para los
banderilleros, ayudantes, gasolina, en fin plata que se necesitaba, porque si
bien le entregaban los productos químicos en Coral, ellos tenían que llevarlos
hasta la pista de aterrizaje. Y colaborar con el piloto, para el almuerzo y
demás gastos. Nuestro amigo sesentón, era malgeniado, muy sagaz y respondón, no
tragaba entero y mantenía una respuesta en la punta de la lengua.
Para sus adentros
pensó, “me voy para la finca, damos una vuelta por el algodón y miramos, cómo
están las cosas”. Se montó en su camioneta Ford 100 Ranger XLT, azul cielo y
partió para El Hatico, con su compañero Pindondo. El cual dice que Michi
hablaba solo y se reía de sus propias inventivas. Y que cuando estaba
malgeniado o sin plata se le paraba el pelo, de manera que no había forma de
saber la situación en que se encontraba. En el viaje de Fonseca a La Rebeca, se
le veía contento, con una risita pícara, que Pindondo ni se imaginaba. Era un
viernes, día peligroso para los cerveceros de mi tierra, pasaron por La Canalla
una cantina en El Hatico, cuyo dueño, Haroldo Cochoy Pérez Argote era quien la atendía
y hasta le fiaba a Michilin; Pindondo creía que Michi, podría parar para
tomarse un par de frías, pero éste pasó de largo, se le veía la sonrisita en el
rostro y hablaba solo, Pindondo no le entendía.
7 y 40 de la
mañana, llegaron a La Rebeca. Los vuelos de la avioneta de fumigación se
programaban entre las 7 y 9 y 30 de la mañana o por la tarde después de 3.
Michilin que se baja de la camioneta y siente el motor de la avioneta, pensó
que la fumigación se la echarían al vecino Sandoval y se sentó en un banco a
mirar el horizonte, cuando de repente ve que la avioneta alza el vuelo y se
deja caer en picada en el lote de algodón suyo (el cual estaba embanderado
desde la última fumigación) y suelta el primer chorro de insecticidas y dice
Michilin... !Zaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssss! vuelve y levanta
vuelo, se deja caer y ¡Zaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssss! Y
¡Zaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss! así estuvo todo el tiempo que duró la
fumigación; por equivocación del piloto a Michilin le fumigaron el algodón. No
habló nada, pero se le notaba el semblante de alegría, porque él no esperaba
eso. Montaron la leche al carro y le dijo a Pindondo que manejara que él estaba
estresado, que cuando llegaran El Hatico, se detuviera donde su compadre
Cochoy, para tomarse un par de frías. Efectivamente, ya en La Canalla se
apearon de la camioneta y se sentaron en la parte de atrás del negocio. El
mismo Cochoy le sirvió las cervezas. Michi. Le brindó una, pero Cochoy no la
aceptó y le dijo que él lo acompañaba para conversar. Así fue. Entablaron la
conversación y lo primero que dijo MichiIin fue: Cómo le parece compadre
Cochoy, “acaban de joderme me han echado una fumigación que yo no esperaba”,
voy para Fonseca a poner la denuncia. Un algodón que estaba tan bonito, con esa
fumigación me acabaron.
Tendrán que pagarme
daños y perjuicios. Siguieron la conversa por un rato y Michi le pidió el favor
a Cochoy que le apuntara lo servido que el pronto le pagaba. No hubo problema y
arrancaron para Fonseca, en la casa bajaron la leche y Michilin, salió directo
a pie para la oficina de Coral, que estaba cerca.
Cuando llegó había
una pequeña reunión, dio los buenos días y enseguida se paró Sandoval, para
decirle: ¿Oye Michi, se ha presentado un problema, el piloto de la avioneta por
equivocación echo el vuelo en el lote tuyo, quiero preguntarte que podemos
hacer? Y responde Michilin. ¿Qué podemos hacer? nada, usted lo que tiene es que
pagarme daños y perjuicios, porque la cosecha mía se dañó, a eso es que he venido
a poner la denuncia en Coral, para que me indemnicen. Un algodón que iba tan
bonito, me lo acaban de matar, tienen que pagarme. Así que todos ustedes que
están aquí esta mañana son testigos de mi denuncia, y usted señorita
secretaria, como representante de Coral, tome nota del asunto y presénteselo a
su jefe.
Hasta ahí llegó la
reunión, fue una de las mejores cosechas de algodón del amigo Efrén Michilin
Granadillo. Hoy fallecido y dueño de una personalidad y carácter
extraordinarios.
escribió:
Armando Olmedo Larrazábal