“Sólo cuando la marea baja se sabe quien nadaba desnudo” Warren
Buffet
Sin vísperas y cuando se especulaba que esta sería la Década de América
Latina, se precipitó el fin del largo ciclo de precios altos de los
commodities, que por espacio de una década le había permitido a la región
crecer por encima del promedio del crecimiento de la economía global y muy por
encima de los países desarrollados. Al desacelerarse el crecimiento de las
economías emergentes, que se habían convertido en las “aspiradoras” de materias
primas, la demanda por estas cayó y con ella también cayeron los precios.
Bien se ha dicho que lo que por agua viene
por agua se va: así como el gran apetito por los commodities que despertó el
crecimiento del PIB de China por encima del 10% presionó sus precios al alza,
ahora cuando su meta de crecimiento no supera el 7% se da la destorcida de los
precios de todos ellos. No hay que olvidar que China representa alrededor del 15% del PIB mundial y que por cada punto que
deja de crecer la economía china, esta deja de demandarle al resto del mundo US
$10.200 millones anualmente, aproximadamente.
Además de la caída de la demanda que trae
consigo la desaceleración del crecimiento de la economía global y sobre todo la
de los países emergentes, también ha influido en el desplome de los precios la
revaluación del dólar, que es la moneda en que se transan la mayor parte de los
commodities, empezando por el crudo. Claro que en Colombia esta se ha visto
acentuada porque han caído tanto los ingresos por concepto de sus
exportaciones, como la entrada de capitales, tanto los de IED como los de
Portafolio. La maxidevaluación del peso con respecto al dólar en los primeros siete meses del año ha sido
del orden del 23.5% y en el último año del 56% (¡!).
Otro factor que no deja de influir en la
formación de los precios de los commodities es la especulación por parte de los
fondos de inversión que, en momentos de crisis, como la que se afrontó desde el
2008, recurren presurosos a refugiarse en los commodities, para luego salir de
ellos cuando la dirección en la que soplan los vientos cambia. Los inversionistas
especulativos están deshaciéndose de los commodities, como lo sostiene Michael
Turek, “los inversionistas están pensando que los productos básicos no son el
lugar para estar”.
Lo advirtió oportuna y premonitoriamente Alicia Bárcenas, Secretaria
ejecutiva de la Cepal, refiriéndose a Latinoamérica: “nos convertimos en exportadores de materias primas, volvimos a
esquemas que creíamos superados…Así nos
será muy difícil dar sostenibilidad a nuestro crecimiento”. Pero nadie le
paró bolas. Dicho y hecho, después que la economía de América Latina creció por
encima de su promedio histórico y del crecimiento promedio del resto del mundo,
ahora es la región del mundo con menor crecimiento, con un anémico 0.5%, que es
la más reciente proyección del FMI.
Es claro que hubo imprevisión, al no prever que el boom minero –
energético era temporal y por ello no
sólo no se preparó al país para la destorcida de los precios, sino que se cayó
en el negacionismo al ignorar con terquedad aragonesa el daño que le estaba infligiendo
a la economía, particularmente a la industria y la agricultura, la enfermedad holandesa. Por ello estos
sectores no han podido reaccionar pese a que la tasa de cambio los favorece.
El Gobierno se ha planteado la ímproba tarea de duplicar las
exportaciones no tradicionales distintas a los minero – energéticos en un corto
término, cuando también ellas están cayendo, lastradas por su falta de
competitividad. La tarea de diversificar y sofisticar la oferta
exportadora, como lo ha aconsejado el Consejo privado de competitividad no se
ha hecho y la modernización de la precaria infraestructura del país, aunque ya
empezó, toma tiempo. Y, mientras tanto, se tendrá que echar mano de los
recursos de regalías ahorrados en el FAE para mantener a flote la inversión
regional e impedir que la desaceleración de la economía pase a convertirse en
una recesión.
por: Amylkar D. Acosta M