Los tiempos han cambiado mucho, desde
aquellos en los que los capitales afluían hacia los países emergentes atraídos
por el largo ciclo de precios altos de los commodities, el cual se prolongó por
casi diez años (2003 – 2011) y también los capitales golondrinas se posaban en
ellos, influenciados por la política monetaria expansiva de la Reserva Federal
de los EEUU (FED). En el caso colombiano, además, el estímulo tributario que se
le dio a las inversiones de portafolio las disparó, multiplicándolas prácticamente
por tres, entre el 2013 y el 2014, al pasar de US $4.692 millones a US $12.437
millones.
Dicha tendencia se revirtió merced a la
destorcida de los precios de los commodities y el cambio en la política monetaria
de la FED, que le retiró el respirador artificial a la economía norteamericana
y ha anunciado que próximamente dará vía libre al alza de la tasa de
intervención, por primera vez desde 2006. Ello se ha traducido en una
retracción de la inversión extranjera directa (IED) y en un reflujo de los
capitales de los capitales golondrinas, que ahora se sienten más seguros
invirtiendo en dólares y en bonos del tesoro, que en los commodities. Las
consecuencias no se han hecho esperar: el peso colombiano pasó de ser una de
las monedas más revaluadas frente al dólar a ser ahora una de las más
devaluadas.
La IED cayó el año anterior el 10.6%, al
pasar de US $16.833 millones a US $15.033 millones. Y, aunque parezca
paradójica fue menor la caída de la IED en el sector minero-energético (9.8%)
que en el sector manufacturero (14.8%),
lo que no deja de ser motivo de mucha preocupación, dado el descaecimiento del
mismo. En el primer semestre de este año la inversión extranjera neta cayó 47%
al ubicarse en US$7.302MM. A 30 de junio la IED mostró un descenso del 17% (a
US$ 6.595.3MM). Para los sectores M-E la caída fue de 23.7% (a US$5.156MM). Por
su parte la inversión de Portafolio que a junio de 2014 superaba los
US$6.200MM, en la primera mitad de este año apenas sumaba US$ 1.458MM, para una
caída del 76% (¡!).
La IED llegó al pico de US $16.199 millones en 2013, en ese año el 46.7% de
dicho capital iba a el sector minero-energético. Según ANIF, en 2015 la IED
sería del orden de los US $12.000 millones, “lo cual dejaría un hueco de US $8.000 millones por tapar” o incluso
puede caer a US $10.000 millones y el minero-energético pasaría a representar
el 30.9% de dicho valor, dado los bajos precios internacionales del petróleo. Increíble, pero
cierto: la caída de los ingresos de
capital ha sido mayor que la del petróleo y sumadas han generado una
escasez que explica la subida del precio del dólar.
Ambos fenómenos, la
caída de la IED y la inversión de portafolio, han venido atizando la
devaluación galopante, que se ha instalado en el país desde mediados del año
pasado. En lo que va corrido del año la devaluación ya supera el 16% y ya
bordea el 30% el último año al pasar de $1.900 a los $2.800, después de casi una década revaluacionista.
Y todo hace prever que esta tendencia se va mantener por
algún tiempo y así lo ha asumido la Junta directiva del Banco de la República,
que a diferencia de cuando la revaluación se tornó en nociva y persistente
intervino el mercado cambiario esta vez no lo ha hecho ni tiene previsto
hacerlo, por lo menos por ahora.
Llevábamos varios
años con déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, pero los
ingresos de capital extranjero habían sido tan cuantiosos que no solo los
habían compensado, sino que artificialmente
habían tumbado el precio del dólar por debajo de $1.800. Terminamos el año anterior con un déficit de la cuenta
corriente de la balanza de pagos del 5.2% y arrancamos este año con uno del 7%
(US $5.136 millones) en el primer trimestre, un 27.3% superior al del primer
trimestre del año anterior (US $4.032 millones).
Llama poderosamente la atención que este déficit en el
primer trimestre se aproxima peligrosamente al déficit consolidado de todo el
año anterior (US $6.293”. Desafortunadamente esta vez no es
dable esperar que dicho déficit pueda ser enjugado contando con la entrada de
capitales desde el exterior, lo cual agrava la sombría perspectiva del sector
externo.