Las
cifras ratifican lo que diferentes actores e investigadores venimos repitiendo
hasta el cansancio a través de diferentes medios hablados y escritos, la
pobreza de nuestras comunidades han alcanzado niveles inimaginables, estamos
aportas de ser un territorio fallido, generando escenarios que afectan la
institucionalidad del Estado colombiano y minan la confianza en nuestras
instituciones y en el cual siempre pierden los más débiles.
Somos
una sociedad mal contabilizada, donde ni siquiera sabemos cuántos somos,
ocupando un territorio amenazado por la pérdida de capacidad de sustentabilidad
e incapaz incluso de producir su propio alimento, amenazado por el cambio
climático, la desertificación del territorio, y la minería extensiva, la pérdida
de fuentes de agua y la desaparición de vocaciones económicas alternativas que
generen oportunidades para todos.
Según
cifras oficiales, el 58% de la población urbana se encuentra en situación de
pobreza y un 25% en línea de pobreza extrema, pero a la población rural no le
va mejor, el índice de pobreza multidimensional de La Guajira rural está en el
84%, llegando a extremos como Manaure donde este indicador alcanza el 91.2%,
Dibulla con el 90.0%, Uribia con el 89.5%, Maicao con el 88.1%, Riohacha con el
81.9%, siendo estos municipios del norte donde se concentra el 78% de la
población del Departamento (ver Censo Nacional Agropecuario).
Estas
cifras se reflejan a su vez en los últimos resultados de la medición de empleo
del Dane que señalan que el desempleo en Riohacha a septiembre de 2017 subió a
13.5% y la tasa de informalidad laboral alcanzó el 61,1%.
Sumémosle
a esto la llegada masiva de población venezolana que huye de la crisis del
vecino país, y que se ha asentado en La Guajira acrecentando mucho más la
crisis.
Adicionalmente
continúa la crisis humanitaria de niños y niñas que siguen muriendo por causas
directas o asociadas a la desnutrición, las muertes maternas o los nacimientos
de niños con baja talla y peso, que se explica en gran medida por los altos
índices de pobreza en que viven nuestras comunidades.
Blanco
es y gallina lo pone, dice el dicho, si una familia no tiene ingresos, si no
tiene ingresos no puede comprar comida y si no compran comida pasan hambre, así
de sencillo; entonces, la solución está en atacar la pobreza, para que las
familias tengan ingresos y oportunidades y así puedan garantizar su bienestar
general, y esa es en esencia, la función del Estado colombiano, tanto a nivel
nacional, departamental como municipal.
La
pregunta es: como lo hacemos?, como reducimos los niveles de pobreza y pobreza
extrema?, como garantizamos derechos a nuestra población?.
Lo
primero es convocar a todos los actores que tienen algún nivel de
responsabilidad en el problema y sentarse a reconocer que la pobreza existe y
que es una de las principales variables generadoras de la crisis guajira, en
fundamental reconocer que está presente.
Lo
segundo es dimensionarlo, lo que ya está hecho, hay mucha información útil que
se puede aplicar de inmediato.
Lo
tercero es diseñar una hoja de ruta, un plan marco de intervención, porque
algunas variables para transformar estas realidades requerirán de acciones de
corto y mediano plazo pero otras más estructurales serán de largo plazo.
Lo
difícil será definir cuál será la o las estrategias, para ello hay que buscar
actores que puedan generar ideas, si definitivamente no se encuentran en el
territorio, habrá que buscarlas a nivel nacional y sí aun así no surgen habrá
que buscarlas a nivel internacional, traer consultores especializados que
aporten al diseño de esa hoja de ruta o plan macro, el nombre es lo de menos,
para ello se puede pedir cooperación de la ONU, el Pnud, la Unicef, la Cepal,
etc.; lo único cierto es que no nos podemos quedar cruzados de brazos viendo
cómo se nos deteriora día a día nuestras sociedad y como nuestras comunidades
caen cada día más en la crisis.
Convoquemos
amigablemente al gobierno nacional, a los ministros, pero con propuestas e
ideas serias, concretas y estructurales. Todo esto debe hacerse manejando los
temas de la interculturalidad y de la multietnicidad de La Guajira.
En tal
sentido, convoco a la Gobernación, a las Alcaldías, a las entidades
descentralizadas, a la Asamblea Departamental y los Concejos Municipales, a la
academia, a los centros de pensamiento, al empresariado, a que se convoquen,
hagan un gran acuerdo social, y se comprometan a trabajar en equipo, a
apartarse de pasiones políticas y celos profesionales, a trabajar como uno
solo, para lograr superar este reto.
En tiempo
de crisis es cuando debemos mostrar lo mejor de nosotros mismos, sacar a flote
nuestras capacidades, ese debe ser el compromiso, se lo debemos a nuestras
familias, a nuestros hijos, a nuestros vecinos y a nosotros mismos.
escribió:
Mauricio Ramírez Álvarez
administrador
público, investigador temas sociales y étnicos
@mauricioadmpub