Entre copiosos trupillos
y una recua de chivos, en pleno aire libre; así reciben sus clases los
estudiantes wayuu de la comunidad La Ceibita, en el Distrito Turístico y Cultural
de Riohacha, porque hacen falta un total de ocho salones.
A solo diez minutos
de la ciudad se encuentra ubicado este poblado indígena, que desde hace dos
meses la interventoría ordenada por el Ministerio de Educación Nacional decidió
que se acabaran las aulas satélites y todos los grados escolares con sus
maestros y discípulos infantiles se concentraran en la sede principal.
Uno de los padres
de familia, que no quiso entregar su nombre para evitar persecuciones denunció “había
sedes que estaban con construcciones de ladrillos y sin visitar las condiciones
que estaban los niños los mandaron para acá, cuando aquí están bajo los árboles
dando clase, sin transporte y debiendo caminar algunos de estos muchachos hasta
diez kilómetros desde sus rancherías”.
La preocupación de
los acudientes también se centra que los alumnos están expuestos a cualquier
accidente en sus caminatas de ida y regreso por las diversas trochas para
llegar al centro etnoeducativo # 15, Buena Esperanza.
Entre los reclamos de
los padres de familia está que la interventoría de la educación en La Guajira
les construyan las aulas, porque cometieron un gravísimo error al sacar a sus
hijos de su entorno y arriesgarlos a peligros en estas agrestes vías.