Tantos problemas
mayúsculos que tiene Colombia, (políticos, económicos, sociales, laborales,
corrupción en su máxima expresión, entre otros), que ameritan atención; pero
sobretodo solución en beneficio de la población más vulnerable. Frente al
despliegue noticioso que aún se da en los medios más granados del país, y redes
sociales por el incidente que protagonizaron algunos futbolistas del club
capitalino Independiente Santa Fe con una trabajadora sexual.
Los hechos habrían
ocurrido el 31 de enero en un prestigioso hotel de Bogotá, en la celebración
del título de la Superliga que se consiguió tras superar al Deportivo
Independiente Medellín.
El incidente
seguramente tuviera incidencia de tipo penal de no ser por las declaraciones de
la damisela quien aseveró ante un fiscal que las relaciones fueron acordadas y
consentidas. La denuncia impetrada fue que, los muchachos después de haber
deleitado el suculento plato le hicieron conejo. O sea, no cancelaron el
servicio prestado.
Este hecho es de
ocurrencia frecuente en los grupos deportivos. Tampoco es nuevo. Ha existido,
existe y existirá sobre todo la camada de muchachos, mayoritariamente solteros,
sometidos a concentraciones prolongadas y traumáticas. Tienen derecho a
divertirse y relajarse.
La censura, es el
no pago del servicio. Porque en lo deportivo cumplieron con creces. Traigo a
colación este comentario por la vivencia en un hotel de Santiago de Chile, año
1974, torneo futbolístico Suramericano Juventud de América, a escaso cuatro
meses de haberse producido el derrocamiento a sangre y fuego del presidente
Salvador Allende por una junta militar presidida por el general Augusto
Pinochet.
La víspera del
viaje nos cancelaron los viáticos, autorizaron salida de la Villa Olímpica de
Cali donde estábamos concentrado, en grupos llegamos al centro. Al instante,
detrás de mí un joven vendiendo reloj. Insistente, persistente logró su
objetivo: parte de mis viáticos lo invertí en un hermoso reloj, niquelado.
Cuando sobrevolaba
las cordilleras de los Andes por anuncio del capitán de la aeronave, pude
apreciar la majestuosidad de los páramos y me percaté que el reloj se había
parado. Cero comentarios porque seguro me la iban a montar los compañeros.
Ya en Santiago de
Chile en el hotel, la orden era no salir por cuestión de seguridad. Pasamos a
las 8 pm a cenar (son dos horas de diferencias). Después de la cena a la
habitación. Fue la orden del cuerpo técnico conformado por el legendario
guardameta costeño Efraín Caimán Sánchez e integrante de la selección Colombia
cuando el histórico 4x4 con Rusia, mundial de Chile, 1962. Rusia, tenia de
arquero Lev Yashin, considerado el mejor arquero de la historia del fútbol,
bajo el apodo de la Araña Negra, a quien Marcos Coll hizo el primer y único gol
Olímpico en la historia de los mundiales de futbol.
A las 3 am
aproximadamente, tocan la puerta de la habitación que compartía con Mina
Camacho y otros. Llegaron los borrachitos pensé. Corrí el cerrojo sin quitar el
seguro. Convencido de encontrarme con Mina Camacho y Juanito Moreno, arquero y
puntero derecho de la selección y de los clubes Santa Fe y Millonarios,
respectivamente. Pero no eran ellos, a mis ojos una despampanante rubia en
paños menores que afanosamente preguntaba por mis compañeros insistiendo que
había visto entrar a los personajes. Tuve que abrir, esculcó el cuarto y salió
refunfuñando ‘me deben una plata y los voy acusar con el Caimán’.
Por la mañana,
todos nos enteramos por el correo de las brujas que, el profe los obligó a
pagar el doble del valor del servicio. Por la noche se realizó una reunión
extraordinaria entre el cuerpo técnico y los directivos de la Difutbol. Se daba
por seguro que serían devueltos a Colombia, lo cual no ocurrió.
De regreso en El Dorado,
tomé vuelo a Barranquilla con Jorge Alcázar y Alex Meléndez, por la mañana
acompañado de Alcázar, llegamos al Paseo Bolívar. Entregué el reloj a revisión
y nuestra sorpresa no tenía máquina, El relojero se limitó a decir ‘mijo lo
tumbaron’.
Los muchachos
quisieron, como ocurrió con los jugadores de Santa Fe hacer conejo y la gracia
terminó en morisqueta. Mi caso que, pensé haber hecho el gran negocio, me
resultó conejo.
escribió:
Ignacio Escudero Fuentes
