Este país llamado Colombia que se debate entre la
tragedia y la frivolidad, hechos como el que se viene protagonizando en Cali,
de interés e importancia planetaria, no tienen la acogida ni el registro
noticioso que ameritan. Me refiero a la primera edición en América
Latina y el Caribe y la quinta en el mundo de un certamen internacional de gran
reconocimiento, como lo es el Solar Decathlon.
Este tuvo su origen en los EEUU y consiste en una
competencia en tecnología e innovación, en el que participan universidades,
centros de investigación y empresas con propuestas de solución sostenibles de
suministro de energía solar a las residencias. Fue creada por el
Departamento de Energía de los EEUU en 1999 y su primera justa tuvo lugar en Washington en
2002 y desde entonces se ha venido rotando entre las distintas regiones del
mundo, así en Madrid, como en China y Francia.
Esta vez le llegó el turno a
América Latina y el Caribe (SDLAC) y a Cali le tocó rivalizar nada menos que
con Ciudad de México, Santiago de Chile y Río de Janeiro y se ganó la sede para
su realización gracias a su ingeniosa propuesta, única en su género. El secreto de su éxito estuvo en la
propuesta del alcalde de Cali Rodrigo Guerrero de enfocar las propuestas de solución
hacia viviendas de interés social (entre 60 y 80 metros cuadrados de área
construida), además de construir una ‘Villa Solar’ que se convertirá en
laboratorio urbano permanente, la que
se constituirá en un obligatorio referente a nivel mundial del ahorro y uso
eficiente de la energía solar para uso domiciliario. Quienes habiten estas
viviendas sentirán un gran alivio, pues en lugar de ser Emcali quien le facture
la energía consumida, será la misma villa la que le facture a Emcali los
excedentes de energía generada por los paneles solares instalados en la misma
(¡!).
Como lo afirmé como ministro de Minas y Energía,
al término de la firma del Memorando de Entendimiento con el Departamento de
Energía de EEUU en Washington el 10 de marzo del año pasado, con el mismo se le
dio el banderazo a la exposición que ahora tiene lugar en los predios de la
Universidad del Valle. Como lo afirmó el director de este importante proyecto
Carlos Rodríguez, entre los beneficios que le reportará a Cali y al país está
el que, aunque la propiedad intelectual de los equipos instalados en las 15
casas – modelo por parte de más de 650 “decathletas”, la organización y el
municipio de Cali se reservan los derechos de uso de los prototipos. Estos
al concursar pasan por una evaluación por parte de un exigente jurado integrado
por expertos y deberán superar las diez pruebas a los que son sometidos y que
son en últimas las que le dan su nombre a dicha competencia: arquitectura,
ingeniería, eficiencia, balance energético, innovación, sostenibilidad,
funcionamiento, mercado y comunicaciones, factibilidad económica e innovación.
Este importantísimo despliegue
de la inventiva, la innovación y la tecnología en materia de energía eléctrica
se da justo en momentos en que la comunidad internacional se da cita en Paris
para buscar acuerdos que permitan tomar medidas eficaces en procura de evitar
que el aumento de la temperatura media a nivel global supere los 2 grados
centígrados con respecto a la era preindustrial. Y para ello es menester
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), cuya concentración
en la atmósfera son la causante del calentamiento global, siendo la generación
de energía a partir de fuentes renovables y limpias, como lo es la energía
solar, el mejor antídoto. A este propósito, Colombia, que lidera los Objetivos
del Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas se
comprometió a reducir en un 20% sus emisiones de GEI hacia el 2030, que de otro
modo pasarían de 224 millones de toneladas en 2010 a 335 millones para dicho
año. Podría afirmar, sin lugar a equivocarme que el SDLAC es la cuota inicial
que pone Colombia como anticipo del cumplimiento de dicha meta.
Se da también en momentos en que
el fantasma del racionamiento eléctrico vuelve a rondar, amenazante, al país y
este se ve urgido de aprovechar el enorme potencial que posee en energías
alternativas, ahora aupadas por la Ley 1715 de 2014 que promueve la generación
y uso de fuentes no convencionales de energía y que acaba de ser reglamentada
por parte del Gobierno. Además de
los incentivos y estímulos contemplados en la misma, es de anotar que los
costos de generación de energía solar en el mundo han caído dramáticamente,
pasando desde los US $ 30 el KWH en 1984 a US $ 0.16 en 2014 (¡!).
Colombia, entonces, tiene en
el SDLAC una gran ventana de oportunidad que no debe desaprovechar, de utilizar
y masificar el uso de la tecnología que resulte ganadora de este concurso en
sus programas de viviendas gratuitas y en aquellas de interés prioritaria,
simple y llanamente dándole oficio a los techos y terrazas de los bloques de
vivienda que se construyan y por qué no también a las ya construidas. Este
sería el complemento perfecto a las soluciones de vivienda populares, ya que no
pocas veces el pago de la factura de energía se convierte en el dolor de cabeza
para los moradores de las mismas.
Por: Amylkar
Acosta Medina