A pesar que en el
tiempo del estudio o el trabajo, todos añoran la llegada de las vacaciones, una
vez se está materialmente en ellas, surgen algunos interrogantes ¿Qué hacer con
ese exceso de tiempo libre?, no hay que tomarlo tan desprevenidamente, esa época
han marcado para bien o para mal el resto de la vida a muchos jóvenes.
Es posible que en
el transcurso del estudio hemos mirado con envidia algunas personas, que se van
a rumbear mientras nos tocó agarrar un libro para preparar un examen, o ver
como esa vecina que te tiene tramado sale con otro por que el papá le prestó el
carro, mientras tu andas en esos destartalados buses colectivos.
Pero una vez en tu
tierra y en vacaciones aflora todo eso represado, y te llenas de ese resentimiento
de querer como desquitarte de esos momentos amargos, queriendo llevarte al
mundo por delante, sin miramientos ni precauciones, no escuchas el mensaje
sincero que tus padres que ya vivieron ese momento y por algo te lo dicen:
“mijo, mucho pero mucho cuidado, te presto el carro (la moto) pero no te
excedas…..” ¿Quién le presta atención a esta advertencia? Nadie! ‘son cosas de
viejos’, los ve ustedes como locos, volándose las escuadras, los semáforos,
tomando alcohol, como si el mundo se fuera acabar, “ah….. pero esa es la juventud”,
si, pero no saben lo que duele que por esa irresponsabilidad, efectivamente se
le acabe la vida, en un momento de esos.
Haber sido testigo
de excepción como médico de turno en clínicas y hospitales me permiten opinar
sobre el tema, con cierto criterio realista:
Es desgarrador, por ejemplo, ver morir jóvenes en la flor de la vida,
por un acto de simple imprudencia, pero mucho más triste, es palpar a esos
padres golpearse contra la pared como expresión de impotencia, al no haber
impedido la salida esa noche, o los que hacen su hijo dormido en su casa, en
fin son situaciones lamentables, pero repetitivas especialmente en esta época
de vacaciones.
¿Qué hacer? No es
fácil, dar respuestas contundentes, ante ese flagelo, pero se debe buscar la
salida tratando de llegar al alma del mismo joven, no pensar por él como
adulto, sino intentar comprenderlo bajo la óptica del joven de hoy, me
atrevería a decir que intentar llenar ese vacío, no como simples consejeros, a
los que no nos prestaran la más mínima atención.
Pero sí llegar a
ellos por intermedio de otros de su edad, para que sean ellos los que le entren
fácilmente al muchacho y lo haga caer en cuenta, que la vida no se acaba por
que no anda a mil, que el trago es una decisión tuya cuando te sientas maduro
para afrontarlo, no porque fulanito que es el chico de moda lo hace o
simplemente para no pasar de niño o inexperto, a pesar de eso crees que puedes
probarlo, busca gente de tu familia que estén ahí para cuidarte, pero ni se te
ocurra bajo ningún motivo, ni de fundas, probar la droga, porque ahí si estas
abriendo las puertas al mismo infierno y seguramente recordaras toda una vida a
esas vacaciones donde iniciaste el camino a la perdición.
Creo humildemente
que el secreto del asunto se remonta a tratar de corregir la misma definición
de vacaciones, del latín Vacuus, vacuo, vacío, porque si de alguna manera vamos
llenando esas expectativas huecas, por un mundo más aterrizado, donde le
hacemos comprender, que no hay nada extraordinario en estas épocas para andar
acelerado, que son unas simples vacaciones, en las que se deben aprovechar para
rencontrarte, con tu familias, novia y amigos, pero fundamentalmente consigo
mismo.
escribió:
Gonzalo Araujo Daza