A la semana 12 del
2016 La Guajira llevaba 17 niños muertos por desnutrición, en este mismo período
del 2017 la cifra se redujo a diez casos (reducción del 41,18%), es decir,
siete muertes menos.
De esta forma a
primera vista podría decirse que se observa un resultado positivo, sin embargo
y de acuerdo a cifras del Sivigila (Sistema de Vigilancia en Salud Pública) del
Instituto Nacional de Salud los casos identificados con desnutrición aguda en
menores de cinco años a la semana ocho del 2017 va en 184 casos, mientras que
en mismo período del año pasado las cifras llegaban a apenas a 88 casos, es decir, se ha incrementado en
un 209 %.
Se aclara que en
forma extraña el Institución Nacional de Salud dejo de publicar cifras en el
mes de marzo, situación que se mantiene a la fecha; y debemos recordar que
todas las muertes que se registran en el Sivigila son intrahospitalarias.
Varias variables
están incidiendo en esto: una es que Unicef (programa de las Naciones Unidas
para la Niñez) ha estado distribuyendo micronutrientes entre la población desde
finales del 2016, y que este año por fin comenzó a llegar alimento de fórmula
para tratar niños hospitalizados con desnutrición lo cual eleva la probabilidad
de recuperación del niño, lo que no paso durante la vigencia anterior en más de
seis meses no hubo alimento de formula disponible para atender los niños
hospitalizados.
Sin embargo también
hay variables negativas que generan dudas en las cifras: desde diciembre pasado
hubo un relajamiento institucional frente a la crisis, los equipos extramurales
se acabaron, y hoy a abril solo están operando dos, los programas de Icbf (Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar) han tenido dificultad para arrancar por
conflictos con los indígenas, de tal forma que en este momento grandes
territorios no tienen asistencia del Icbf.
También hay una
variable subjetiva en la cual los wayuu pueden estar dejando de notificar casos
dados que tienen una amenaza de ser judicializados por la muerte de sus niños. En
este sentido podríamos decir que se ha incrementado el silencio de notificación
del territorio.
Lo otro es que las
variables generadoras de la desnutrición no han cambiado, no se han hecho
intervenciones en el territorio para combatir la falta de agua o la inseguridad
alimentaria, o la pobreza multidimensional, que en Manaure está en el 91,2 %,
en Uribía en el 89,5 %, Maicao en el 88,1 % o Riohacha en el 81,9 %.
En otros términos,
si todo sigue igual, los resultados deberían mantenerse. Algo que se debe mirar
también es que con el éxodo de niños wayuu de Venezuela se ha elevado los casos
en La Guajira, afectando profundamente las cifras locales.
escribió:
Mauricio Ramírez Álvarez