
Todos los indicadores macro y
micro económicos y sociales así lo reflejan, las altas tasas de desempleo y en
especial de la informalidad laboral (o del rebusque), la migración masiva de
población venezolana que ha ahondado la crisis social ya existente, el
incremento de la criminalidad, un año electoral (donde nadie piensas en planear
y hacer sino en cómo ganar las elecciones, sin saber a veces para qué), un
departamento en proceso de desertificación con una inseguridad alimentaria que
supera el 77%, pérdida de confianza en la capacidad de los lideres; en fin, un
escenario nada prometedor para conjurar las crisis que tenemos encima y las
nuevas que se avecinan.
Lo peor, es que todos callan, nadie
dice nada, no nos pellizcamos, estamos mirando para otro lado a ver si así el
problema desaparece, o de pronto se está a la espera de que llegue un mago y
nos haga la tarea; lo cual no va a pasar, este problema lo tiene que afrontar
la gente de la región, debe reconocer que el problema existe y una vez
reconocido si buscar ayuda, pero asumiendo liderazgos y papeles protagónicos,
eso es lo que se necesita para conjurar este desastre social que tenemos encima
y que en algún momento nos va a afectar a todos.
Los problemas de La Guajira
tienen solución, pero esta no va a llega sola, las soluciones hay que
buscarlas, hay que gestionarlas, se requiere compromisos, cambios de actitud y
de aptitud, debemos transformar incluso nuestros valores, nuestra forma de
pensar, de lo contrario, la península seguirá profundizando su eterna crisis a
la que pareciera ya nos acostumbramos y vemos como si fuera algo normal y eso,
señoras y señores, es lo más peligroso.
escribió:
Mauricio Ramírez Álvarez
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