Después de la avalancha de renuncias que se registró en
junio, donde secretarios de despacho, funcionarios de elección, directores de
dependencia, gerentes de institutos descentralizados y presidentes de mesa
directivas, dejaron sus cargos; a dos meses de estas dimisiones pocos se habla
de ellos.
Estuvieron sonando algunos más que otros, esperando se
les unieran grupos o dirigentes políticos para respaldarlos en sus aspiraciones
a Gobernación y Alcaldía.
Con este modelo se manejaban los amarres hace cuatro
años, pero estamos frente a un nuevo esquema de hacer campaña, demostrando que
el sistema ha cambiado.
El panorama hoy de detenciones, ingobernabilidad, fallos
inhabilitando y procesos en contra de los elegidos; los financiadores de
proyectos proselitistas, ante las impagables deudas económicas e incumplimiento
gubernamental han optado por esperar para tomar una decisión segura.
Los que renunciaron, muchos de ellos, quedado refundidos
en un congelador, el respaldo político no les ha llegado, las promesas de
inyección de dinero no afloran. En fin, a algunos sus aspiraciones se les
enfrió y solo quedan las esperanzas que un aventurero diga yo le entró.
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