Cada pueblo que se respete en Colombia, tiene estos
personajes, productos de la generación de jóvenes de finales de la década de
los años 60 y de los 70. Son unos bacanes, no andan formando problemas y tratan
en lo posible de pasar desapercibidos, a no ser por su indumentaria, que casi
siempre es la misma o trata de ser la misma: lentes oscuros (Ray band, por lo
general) zapatos blancos, tenis última moda o mocasín sin medias, camisetas de
marca, guayaberas, liqui liqui, zafari, con un jean o un pantalón de lino. Algunos
acompañan esta vestimenta con un sombrero media ala o una cachucha beisbolera,
para cubrir su abundante cabellera que casi siempre se la dejan crecer un poco
más de lo normal, tipo Beatles.
Los delata el caminado y la manera de hablar, su
jerigonza es casi siempre la misma y quien no la conoce queda en el aire,
porque ellos se tratan como en una especie de logia y usan muchas palabrejas
que el común de la gente no interpreta. Claro estamos hablando de un
marihuanero que se respeta y conserva a su gremio y que se cuida de no “pasar
la raya”.
Muchos, muchísimos profesionales, intelectuales de mi
costa querida de mí adorada Colombia, son unos bacanes, que no por eso se
desempeñan mal en sus cargos, profesiones y empresas.
Tampoco a cada momento están fumando, ellos tienen sus
ratos y sus días especiales y se acompañan de sus compinches y hacen o mandan a
preparar comilonas, donde se dan sus gustos.
Cuando revuelven una cosa con la otra (bebida y
marihuana), casi siempre hay problemas, eso tratan de evitarlo, pero el vicio
puede más y ahí es donde se presenta el peligro del bacán, del marihuanero de
mi pueblo, que se vuelve belicoso y se torna antisocial, porque ya no responde a
los razonamientos normales y es el diablo el dueño de este individuo.
¿Marihuanero intelectual? de que lo hay lo hay, ahora lo
escribo en singular, porque me parece que el gremio se está reduciendo, los que
eran jóvenes en los 60 y hasta los 70’, ya no son tan jóvenes y otros están ya
muertos. La mayoría han fallecido, de muerte natural.
Hablo aquí del bacán, porque del prostituido que sea otro
el que hable. Decía la Yile… “Ese Gabo es el bacán más grande del mundo. ¿Será
que tenía razón? De todas maneras, en ese campo yo no me meto, “ese es mucho
camisón pa´ Petra”. Gabo merece mucho respeto y vale un Macondo, que Dios lo
bendiga donde se encuentre.
El Gringo, otro bacán de mi pueblo, expresa que… “a ella
lo que hay que echarle es comida. Pues la comilona que les da es tremenda y si
no se subsana y se sigue fumando, atécese, porque lo que viene es la
pavimentada”. La marihuana no es para los repobretes, es allí donde ella causa
mayores estragos y al mismo tiempo se convierte en un problema para la
sociedad. El pobre no debería fumar ni cigarrillos.
El marihuanero pobre en turrado tiene que conseguir el
vicio como sea y es cuando empiezan los atracos, los robos y desmanes que han
traído consigo el menosprecio de este gremio que nació tranquilo pero que se
prostituyó. Cuando cayó en manos que no la supieron apreciar.
escribió:
Armando Olmedo
Larrazábal
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