Por iniciativa del profesor Edwin Lubo Vanegas,
futbolista de varias selecciones de La Guajira y docente de carrera, dos
adolescentes guajiros, estudiantes del colegio Liceo Almirante Padilla -hoy
Institución Educativa-, tuvieron que trasladarse a la ciudad de Barranquilla,
con el fin de probar suerte como potenciales futbolistas: Arnoldo Alberto Iguarán
Zúñiga e Ignacio Rafael Escudero Fuentes.
En efecto, recién nos dimos el tradicional felizaño de
despedida del año viejo, días después, mes de enero de 1976, tanto Arnoldo como
mi persona nos trasladamos a la capital del Atlántico, con dos propósitos. El
primero, enrolarnos a la selección de futbol de la Corporación Universitaria de
la Costa, CUC, y la segunda, ingresar
como estudiantes becados de bachillerato al colegio del mismo nombre, como en
efecto ocurrió.
Fuimos citados a entrenamiento en la cancha de la Escuela
Normal, recibidos por el colombo-brasilero Othon Alberto Dacunha, ex futbolista
del Junior de Barranquilla, quien para entonces fungía como entrenador de la selección
de la CUC, con un equipo de lujo, los hermanos Mergalejo, Victorio Márquez,
Herazo, Catalino, el vallenato Ariza, entre otros.
Hoy, viernes 14 de abril, en la soledad del cuarto
estudio de mi residencia, como de costumbre, apenas el reloj marcaba las dos de
la madrugada, horario preferido para estudio y preparar agenda del día, inicio
escuchando música del pequeño gigante brasilero Nelson Ned. Al ingresar a la
página del periódico El Heraldo, leo la nefasta noticia “Se fue el rey de la
gambeta rojiblanca”, en referencia a quien en vida fue mi profesor y amigo,
Othon Alberto Dacunha. Otho, como cariñosamente lo llamábamos todos sus
discípulos.
De Otho, tengo los mejores recuerdo, como futbolista,
puntero derecho, veloz, habilidoso con una gambeta extraordinaria, no solo
cambiaba abruptamente de velocidad sino también de ritmo y en espacio reducido
era recurrente esquivar dos y tres adversarios quienes con frecuencia lo
castigaban por su osadía y audacia que para algunos era sinónimo de burla. De
entrenador, conocedor como el que más del proceso formativo y ojo clínico para
detectar talentos que, permitió ser el eterno formador de futbolistas en las
divisiones inferiores del Junior.
Justo, en el club barranquillero, siendo el entrenador de
las reservas profesionales en el año de 1979, después de haber integrado con
Arnoldo la selección Atlántico, fuimos requeridos por los directivos del
Junior, la negociación no se ejecutó por una diferencia de $ 500.000. Sin
embargo, a los pocos días el Junior le compró a la CUC mis derechos deportivos
e ignoró a Iguarán. Recuerdo que Otho, no pudo ocultar su disgusto y desacuerdo
con el gerente de entonces “lo citó, lo saludó y no lo atendió” a pesar de
esperar pacientemente más de ocho horas en la sala de la sede del Junior,
ubicada en la calle 70 con carrera 38.
Sin embargo, Otho, aprovechando que Juan Ramón Verón,
conocido en el mundo del futbol como La Bruja, fue contratado por el Cúcuta
Deportivo, hizo el contacto, debido que conocía a Arnoldo y en cuestión de días
lo vincularon al club y al poco tiempo era, goleador del Cúcuta para luego
convertirse en goleador del club los Millonarios, años 1987 y 1988, máximo
artillero de la Copa América, año 1987, en Buenos Aires Argentina y goleador
histórico de la selección Colombia. La afición no perdonó el desatino de los
directivos “tuvieron a Arnoldo y lo ignoraron”.
Hasta aquí, Otho, como futbolista y entrenador, falta
creo yo lo más importante, el ser humano. Hombre sencillo, culto, distinguido,
querido, respetado y adorado por un pueblo. El gesto de nobleza que más
recuerdo fue cuando una tarde en entrenamiento en el estadio Romelio Martínez,
me desplomé. Se pensó lo peor, fui remitido a una clínica de la ciudad, después
de examen de laboratorio y valoración médica especializada, el diagnóstico fue
anemia aguda. Desde entonces, Otho, me ofrecía un almuerzo en su residencia,
ubicada en un edificio contiguo al estadio.
Otho, el hombre maravilloso que conocí, coincidencialmente
me entero de su partida, cuando recién iniciaba a escuchar la canción “Déjame
si estoy llorando” de su paisano Nelson Ned. Se fueron dos grandes de la tierra
de la samba y el jogo bonito. Paz en su tumba, gran amigo.
escribió:
Ignacio Escudero
Fuentes
exfutbolista de la Selección Juvenil Colombia, Chile 1974
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