
Sin lugar a dudas era un proyectil que fue
disparado al aire por un arma de fuego, desconociéndose la distancia que
recorrió para descansar en el piso de esta pequeña vivienda.
El temor de los adultos fue revisar a los cuatro niños,
quienes estaban ilesos en aquel modesto lugar del barrio Tawaira en Riohacha.
Los temores siguieron apoderados de los
habitantes, porque según ellos podía caer otro y hacerle un daño a cualquiera
de los adultos o niños.