Velorio del asesinado locutor Víctor Diago. |
Dura es esta sensación, tiene sabor a terror, llena de
angustia y con un grito ahogado en la garganta, que hace palpitar fuerte el
corazón y por rato pareciera que este detuviera su normal marcha. Es el efecto
de la alucinación colectiva que vivimos en la ciudad. Habrá otro homicidio
hoy?, Esta respuesta se encuentra en la zozobra de la espera.
Las llamadas asegurando que asesinaron a una nueva
persona hacen repicar el celular, los mensajes de Whatsapp son imparables ante
esta verdad de plomo, que nos rodea.
Será que en Riohacha se está rodando una película del
viejo oeste? Pareciera estuvieran
utilizando en este film: escenarios frescos y actores salidos de la realidad de
nuestra esfera cotidiana.
La comunidad está en vilo. Acabo de llegar del velorio de
Víctor Diago Cardozo, allí me encontré con colegas periodistas, locutores,
camarógrafos, cultores, jefes de prensa, quienes estudiaron comunicación,
fotógrafos, sonidistas, controles de radio, entre otros. La preocupación estaba
al borde de la epidermis.
A él, las balas asesinas le segaron la vida, como sucedió
antes con Williancito, Nixon Orozco, Iván Choles, Monchi, Brayan, Chemita y
Chichi.
Los teléfonos suenan y antes de contestar florece el
temor de la mala noticia, los mensajes son precedidos por un telón de
desconfianza: Será que asesinaron a alguien más?
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