domingo, 13 de septiembre de 2015

HAY ALTERNATIVAS

La excelencia de la arquitectura institucional del sector y su reconocimiento internacional, los avances en materia regulatoria y los logros en materia de cobertura y calidad en la prestación del servicio, excepción hecha de la región Caribe por razones bien conocidas, no nos debe llevar a la autocomplacencia. Ya en su momento, a instancias de la Andi, el Gobierno Nacional a través de los ministerios de Comercio, Industria y Turismo y Minas y Energía, se contrató un estudio con la firma Ecsim, el cual estuvo encaminado a identificar aquellos factores que han impedido que bajen los precios de la energía, para que estos no afecten la competitividad de la industria colombiana. Y ello, partiendo de la base que la competitividad de un sector de la economía no se logre a expensas de otro sector.
En dicho estudio se detectaron algunas fallas en el funcionamiento del mercado que deben corregirse, tales como la gran concentración de la oferta, el alto grado de integración vertical, directa e indirecta, de parte de algunos agentes, que causan distorsión y hace vulnerable el mercado al abuso de posición dominante. Ello obliga a introducir mejoras en el funcionamiento de la bolsa por parte de la Creg, no con ánimo intervencionista, sino con el criterio de que el Estado debe ejercer su poder regulatorio, que es su última trinchera, para que el mercado funcione apropiadamente corrigiendo sus imperfecciones.
Entre las 30 recomendaciones de este estudio, además de los ajustes en materia regulatoria, se proponen acciones tendientes a hacer un uso más racional y eficiente de la energía, dado que el costo de esta no se reduce a su precio sino que la factura del servicio que se recibe depende también de las buenas prácticas por parte del consumidor, sea este industrial, comercial o domiciliario.
Precisamente, en respuesta a tales recomendaciones, al expedirse la Ley 1715 de 2014, además de “promover el desarrollo y la utilización de las fuentes no convencionales de energía”, buscando contar con un sistema energético más sostenible ambientalmente, se busca promover la gestión eficiente de la energía, que comprende tanto la eficiencia energética como la gestión de la demanda. De hecho ya se dio un primer paso al reglamentarse dicha Ley, permitiendo que autogeneradores y cogeneradores puedan comercializar sus excedentes de energía utilizando las redes de transmisión del Sistema. Ello le va a representar importantes economías al sector industrial. En cuanto a la gestión de la demanda, se están contemplando medidas que den señales e incentivos tendientes a inducir bajos consumos, tales como la medición horaria, cargas interrumpibles, medidas todas que pueden contribuir a reducir el valor de la factura, que es lo que al final importa al usuario.
Se propende, además, por la generación y uso de energías alternativas, preferiblemente de aquellas que son renovables y limpias como la energía solar y eólica.  En la región ejemplos dignos de imitar por parte del sector productivo en procura de ahorrar energía, hacer un uso más eficiente de esta y reducir el costo de la factura por la prestación del servicio. En Chile la estatal minera Codelco cuenta con tres calderas industriales que venían consumiendo 60.000 barriles de diesel al año para el laboreo de la mina llamada Gabriela Mistral en honor a la poetiza chilena y ahora una planta termosolar que consta de 3.000 paneles solares y operada por el consorcio integrado por la empresa chilena Energía Llaima SpA y la danesa Arcon-Sunmark le están proporcionando el 80% de la energía requerida. Y estamos hablando de una energía renovable, limpia y de bajo costo, después de soportar durante años algunos de los costos energéticos más altos del mundo.
Es más, según la consultora Ernst & Young, el sector minero en Latinoamérica invertirá de aquí al año 2022 más de US $1.000 millones en proyectos de energía renovable, que contrasta con los US $37 millones que se invirtieron en 2013. Allí hay un filón enorme a explotar en un país que, como Colombia, cuenta con un gran potencial en esta materia, en momentos en que los costos de la energía eólica y solar caen dramáticamente y se tornan cada vez más competitivas (los precios de las turbinas y equipos para generación han caído el 40% en la última década). A ello apunta la Ley 1715 expedida el año anterior, al incentivar la generación y el uso de las energías no convencionales en Colombia.

por: Amylkar Acosta Medina

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